domingo, 10 de enero de 2010

Arte y Transdisciplinariedad. La creación artística en el campo del ACT.

Constituye para mi un pensamiento recurrente, que no deja de agobiarme desde que me tropecé por primera vez con el campo de actuación creativa ACT (ARTE / CIENCIA / TECNOLOGÍA). Debo confesar que vivo profesionalmente obsesionado con el papel específico del artista en el conjunto multidisciplinar de lo que llamamos Conocimiento actual.

Cuando doy clases en la facultad de Bellas Artes o imparto talleres y cursos o conferencias, siempre trato de establecer trayectos bien definidos (en su límites y en sus objetivos y contenidos) hacia el conocimiento específico que se supone debe ser el aval del rol específico de estos futuros artistas a la hora de participar en trabajos colectivos o interdisciplinares, porque he observado que cuando se proponen proyectos multidisciplinares en los que participan artistas, éstos casi nunca conocen con exactitud cuál sería su papel específico en la mesa común de trabajo, y entonces empiezan a plantearse qué es lo que saben hacer y lo que no, y si se han preocupado anteriormente, en su proceso formativo por trabajar un conjunto de herramientas técnicas y conceptuales que definan con precisión y dé argumentos a sus roles sociales y culturales. Lo más lamentable es que muy pocas de las actuales escuelas y facultades de Bellas Artes se han planteado en sus programas formativos y en sus planes de estudio estas cuestiones, convirtiendo los objetivos, contenidos y materias que ofertan en un popurrí sin meta definida alguna.

Sé que –a diferencia de muchos de mis compañeros artistas, más puristas que yo- formo parte de una pléyade de creadores que pensamos que es muy excitante y halagador sabernos integrantes del conjunto de intelectuales que hemos aceptado de la sociedad la responsabilidad de formalizar (esto es, de dar forma y apariencia concreta) el mundo de las nuevas ideas que constituye la cultura en ciernes que, primero soñamos, luego pensamos en serio y, más tarde, diseñamos sobre papel (o pantalla), pero que no podemos vivir porque aún no hemos aprendido a ser usuarios de la misma.

Nuestros contemporáneos esperan, tan ávidos como excitados, reconocerse y reconocer en nuestras creaciones el mundo que ya piensan pero que aún no viven en plenitud. Estas creaciones no están constituidas únicamente por las nuevas imágenes que formarán parte de nuestro imaginario contemporáneo, sino también por aquellos sistemas simbólicos alternativos, cuyas construcciones alegóricas y metafóricas permitirán la deseada usabilidad de los nuevos mecanismos operativos del conocimiento ahora expandido que formalizará esta Cultura.

Como ya hicieran los artistas y creadores renacentistas durante el siglo XIV, cuando construyeron el sistema perspectivo capaz de contener funcional y simbólicamente la representación armónica y unificada de las nuevas ideas, cuyo centro medular conceptual no era sino una inédita concepción (y, por tanto, visión) homocéntrica del mundo, así, en la actualidad, Internet está tratando de erigirse en el sistema, no sólo funcional, sino conceptual y simbólico, capaz de unificar todas las estrategias que marcan la concepción (visión y actuación) sobre el mundo que nos hemos dado en vivir (y por tanto en soñar), y que debe contemplar y asumir parámetros tales como la virtualidad, la interactividad, la ubiquidad, la multimedialidad y polifuncionalidad, la heterodoxia lingüística, la globalidad (o glocalidad), etc.

Para esta ingente y apasionante tarea, el artista (y los creadores en general) contemporáneos deben trabajar irremediablemente en comunión con el resto de intelectuales y pensadores, de científicos y tecnólogos, compartiendo la pasión común por el desarrollo de esta tarea, entendiéndose mutuamente, retroalimentándose en un loop incesante y asumiendo roles específicos y perfectamente definidos en su complementariedad.

Cada uno de saber con precisión qué perfil y qué background le avalan, cuáles son sus fortalezas y sus debilidades, qué lenguajes y estrategias tecno-funcionales específicas utilizan, en qué momento deben actuar en soledad y en cuáles de forma conjunta, compartida. Deben diseñar entre todos los sistemas de interrelación de sus aportaciones y construir para ello una cultura de la interdisciplinariedad que permita alcanzar este ansiado conocimiento transdisciplinar (con todo su sentido etimológico de cross-over), que sólo se podrá alcanzar desde una educación orientada en esta dirección.

Estas son parte de las importantes razones que me llevan a tratar continuamente de entender la evolución del papel del artista en el conjunto del trabajo para la construcción del conocimiento y de las ideas contemporáneas y alcanzar así una cierta comprensión acerca de lo que nos es propio y específico y de los no son más que incursiones banales y equivocadas en campos del conocimiento que nos son ajenos.

2 comentarios:

  1. Así descartaremos las propuestas que sólo se justifican por ser retóricas (sólo juegan con el lenguaje, y en el campo de la tecnología son peligrosas). Evitaremos la pobre expresión del que esté limitado por la falta de habilidades (desde el punto de vista técnico). Minimizaremos los recursos en megapropuestas vacuas (ande o no ande...). Y por fin nos daremos a los demás como parte del hecho artístico para conseguir lo mejor de las partes...

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  2. Pues sí. Efectivamente... por ahí iba la cosa. Pues ya me he cansado de ver tanta pretenciosidad o ingenuidad (que para el caso es lo mismo) en todos esos artistillas mediocres que creen que participar en proyectos tecnológicos mola mucho y que en la práctica no saben qué hacer ni cuál es su verdadero papel en ellos. La mayoría juegan a ser científicos y no se dan cuenta que 1. sólo hacen el ridículo a los ojos de los verdaderos científicos que los aguantan como compañeros precisamente por la humildad del sabio y 2. el arte tiene otro método de acercamiento, comprensión y explicación de la realidad muy diferente al de la ciencia. Aghhh... qué harto me tienen..Y lo peor es que este tipo de participación en proyectos interdisciplinares es alentado por los responsables del ministerio y de las universidades con el fin de que el Arte sea también un objeto autofinanciable y justificar así que los artistas pueden también hacer investigación... dios mío cuanto despropósito.

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