Me pasó a mi. Fue hace tres semanas. Hacía mucho que no abría el Facebook. Al hacerlo tropecé de sopetón con mi perfil. Estado: “En una relación”. ¡Qué coño! Yo no estoy en ninguna relación. Yo vivo con Virginia. Es más: hace unos días fuimos al Registro de Parejas de Hecho de la Generalitat Valenciana y nos dieron hora para la realización del acto de solicitud de inscripción. Me pareció algo mucho más serio de lo que había imaginado: “Deben ustedes de traer cada uno a un testigo, mayor de edad. Pueden especificar las condiciones contractuales de su unión, etc.” Así que me pareció lógico y de justicia (si es que uno desea ser sincero en el Facebook -en estos pequeños detalles se delata quién no es un nativo digital), cambiar mi “Estado”. Pero sólo encontré 2 opciones más:” Soltero” o “Casado”. Pues “Casado”. Era la opción más cercana; ¿acaso no estoy compartiendo con Vir los gastos del alquiler de la casa en la que vivimos ? ¿Acaso no nos acabamos de abrir una cuenta bancaria común? Estas son las cosas que realmente lo ligan a uno con el ser querido, ni los hijos ni el rollito del cura en la ceremonia religiosa, estas son las decisiones verdaderamente trascendentales en tu vida cotidiana. Así que, después de meditarlo durante unos segundos, pinché la opción “Casado”.
Diez minutos más tarde, una avalancha de felicitaciones inundaba mi muro. La mayoría de mis amigos íntimos y mis familiares cabreados por no haber sido invitados a la boda. Los amigos menos cercanos gratamente sorprendidos por confirmar desde la distancia que volvía a ser un tipo que se toma las cosas de la vida en serio. Los simplemente conocidos y cuya relación se da básicamente a través del Facebook, obligados a felicitarme por habérseles revelado un acto tan trascendente. Madre mía, la que se había liado… Y lo mejor del tema era que a Vir le pasó lo mismo. Juro que yo no puse con quien estaba “casado”. Daba igual: Facebook ya lo sabía. No había tenido ninguna duda para asignarme a mi “esposa”. Y acertaba claro. Pero, caray, qué manera de modificar un detalle de mi perfil: Cuando entré de nuevo en mi perfil comprendí el porqué de tanto alboroto. Instantes después de haber activado la opción" Casado", una frase compuesta con caracteres de un tamaño enorme había sido redactada de forma automática por la infernal máquina programadora del Facebook y ésta encabezaba mi muro: " José Ramón Alcalá se ha casado con Virpaniagua".
Abrumados, no podíamos desmentirlo. No era incierto. Tras el sofoco y las reprimendas, llegó un poco de distancia física y mental, y con ella, la ironía fruto del razonamiento: Efectivamente, tal y como Vir apuntaba: nos acabábamos de casar por el Facebook. Tal vez, ésta haya sido la primera boda que se realiza ante la certificación social oficial de una Red Social. Pues celebrémoslo entonces. ¡Qué vivan los novios!
Si es que a ti siempre te ha ido lo cibernético!!!!!
ResponderEliminarEra inevitable.
digitalmente casados!
ResponderEliminary no te sirve de comprobación para el Registro de Parejas de Hecho de la Generalitat Valenciana?
ja, ja.. pues sí.. Vir y yo pensamos en utilizarlo.. pero, no ha sido necesario,.. el día 30 de noviembre fuimos a registrarnos y la única extravagancia que realizamos fue llevar de testigo a mi amigo, el artista japonés, Hirokata Maruyama... la funcionaria que nos atendió flipó un montón.. y a mi amigo le hizo mucha ilusión firmar con kanjis.. A los del Registro se lo vendimos como que había venido de Tokio ex-profeso, pero la verdad es que coincidió que estaba pasando junto a nosotros los días de navidad.. Como veis, los artistas siempre nos empeñamos en hacer cosas socialmente "raras". menos mal, ¿no? porque esto está tan aburrido y catastrofista que da mucho asco.
ResponderEliminarNuevo término: "casados por el Facebook"...la verdad era lo que le faltaba a la red Social.
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