domingo, 18 de octubre de 2009

El riesgo de crear

Apostar por el futuro, construir de manera honesta propuestas que definan situaciones cuyo único parangón es la propia creatividad, implica un riesgo y una incertidumbre que cada vez parece tener menos seguidores entre los artistas y creadores del siglo XXI.

El artista actual ha de comprender que entre sus importantes responsabilidades sociales figura la de la construcción de nuevos imaginarios que, a través del diseño de renovadas iconografías, ofrezcan retratos actualizados en los que nos reconozcamos –y reconozcamos la realidad circundante- como miembros que somos de una nueva cultura que ha puesto en decadencia los paradigmas de las sociedades precedentes. Como ser prostéticos que somos, que habitamos una realidad híbrida [1] que nace del consenso entre nuestra naturaleza biológica y la naturaleza tecnológica que hemos fabricado para hacer honor a nuestra raza de homos doblemente sapiens, “ahora vivimos en una realidad cuyo espectro está constantemente multiplicándose y re-apreciándose. Los límites de la vida, la muerte y el nacimiento, los secretos de la creación, la emergencia de la consciencia y del infinito, están siendo revocados y amplificados. El hombre y su mundo no es ya estable ni de estructuras bien definidas. Nuestro universo es ahora una esfera transparente, cuyas definiciones son frágiles y evanescentes –un cosmos no de hechos inmóviles, sino de posibilidades de cambio constante.” [2]

Eso obvio que no hay recetas prefabricadas ni fórmulas preestablecidas que nos permitan alcanzar con solvencia una tarea tan compleja y de resultados tan impredecibles. El artista o creador que se enfrenta a la difícil tarea de construir estos nuevos imaginarios se instala en una incómoda –pero necesaria- sensación de incertidumbre y de riesgo de fracaso a la que tendrá que acostumbrarse, pues le acompañará mientras ejerza como tal.

Sin embargo, producir algo que suponga un avance en el imaginario simbólico o en iconografía formal para nuestra época contemporánea no significa trabajar a ciegas o cerrar la mirada al pasado o al propio presente. Ya decía Picasso (junto a otros grandes creadores) que no es posible ser moderno sin mirar al pasado, sin reconocer las deudas pendientes con la Historia. Es por ello que, tal vez, para poder innovar, para poder proponer un imaginario revisado y actualizado de la mirada hacia nosotros mismos y hacia la nueva realidad de la que acabamos de tomar conciencia tal vez pueda ser conveniente mirar hacia atrás y hacia todos los lados de nuestro alrededor. Porque, seguramente, en las propias inercias y rutinas cotidianas, en el contexto de sus propias “tribus”, en el ambiente audiovisual de las modas a las que se adhieren diariamente de forma espontánea, el artista encontrará con toda probabilidad las claves y el material gráfico/formal para construir esas sorprendes y seductoras imágenes –modelos para una renovada representación de la realidad- que siguen pendientes y que se le reclama.



[1] Para ampliar, ver: DYENS, Olivier: “La Realidad Híbrida”. En Hybrid. Living in Paradox. Ars Electrónica Ed. Linz, Septiembre 2005. Pp.45-49. Traducción libre del texto original en inglés de José R. Alcalá.

[2] DYENS, 2005. P.47.

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