Cuando comencé la creación de este blog no me había planteado ningún tipo de frecuencia. La excitación por dotar de contenidos al mismo, ha hecho que durante sus primeras 3 semanas de vida haya podido construir y colocar un texto por día. Ayer, sin embargo, no encontré el momento de hacerlo, lo que rompió esa frecuencia diaria.
Desde esta sensible experiencia de ayer ando sumergido en la duda sobre cuál sería la periodicidad más aconsejable. Sobre cómo asumen las ausencias y los lapsos los seguidores del Blog. ¿Es perjudicial la discontinuidad para responder a las expectativas creadas? Preguntas que me ha llevado a una reflexión de mayor calado que considero sí puede tener un hueco en este espacio de crítica y análisis.
Se refiere, por un lado a la naturaleza del Blog digital como sistema que sustenta la generación de contenidos e ideas que aspiran a generar conocimiento entre sus lectores y, por el otro, a su análisis comparativo con los sistemas tradiciones de divulgación de las ideas, como los libros impresos, los artículos en revista de divulgación, etc.
Escribir un libro es una ardua tarea intelectual que, llevada hasta su culminación, abre un lento, farragoso y por regla general desagradable y duro camino hacia las editoriales y a su publicación material y efectiva. Aunque yo no puedo disimular mi satisfacción por haber escrito varios libros sobre tema especializados y que algunos de ellos agotaron sus ediciones (pero que nunca fueron re-editados por incompresibles políticas editoriales), en la actualidad soy autor de un “sesudo” “libro” que me ha llevado más de cinco años escribir. Con él pretendía configurar un conjunto de ideas y reflexiones sobre la Cultura Digital que no fueran temporales (como le ocurre al 99% de los libros que aparecen en el contexto de la investigación en este campo emergente). Este manuscrito (pues todavía no es otra cosa) lleva terminado más de catorce meses. Ha sido leído por varios editores, por algún especialistas en este campo. Está más de 6 meses en el cajón de recepciones de una convocatoria a un Premio de Ensayos sobre Arte Actual. Preocupado, lo leo cada pocos meses para ver si, efectivamente, sus contenidos resisten y siguen vigentes. Lo cierto es que, a parte de la mala opinión de los editores que han conocidos su contenidos, argumentando razones como que es demasiado especializado, que en nuestro país no hay editoriales en condiciones de publicarlo, que tal vez es de difícil lectura.., cuando he dejado que alguna persona conocida y apreciada de mi ámbito de trabajo le eche un vistazo, la respuesta ha sido tremendamente positiva.
Cansado de este calvario y convencido de que los contenidos de mi manuscrito no tienen fecha de caducidad, me relajé hace ya varios meses al respecto. Sin embargo, la difícil pero necesaria conexión intelectual con un hipotético foro de compañeros, alumnos, amigos y conocidos, me tenían intranquilo e insatisfecho, impulsándome a buscar forma de difusión e intercambio que pudieran “oficializar” estas ideas.
Mi aterrizaje como bloguero ha sido una grata sorpresa que me hace replantearme seriamente la pertinencia de los tradicionales sistema de difusión de las ideas. Publicar libros y revistas no produce un efecto tan retroalimentarlo, directo, instantáneo y, por tanto, eficaz como la fórmula del Blog on-line.
Desde que comencé hace tres semanas, ya he conseguido unos pocos seguidores directos y una cantidad enorme -tal vez en mayor número del que soy capaz de gestionar de forma personal- de lectores más o menos asiduos (es curioso observar cómo la mayoría de éstos prefiere comunicarse directamente conmigo, sin “descubrirse” públicamente en el propio blog, enviándome continuos emails en los que me hacen todo tipo de comentarios, críticas y sugerencias). Ya llevo entre manos dos proyectos de trabajo (telemático) con varios especialistas en campos muy diferentes al mío que, habiendo leído algunos de los textos del Blog, me propusieron de forma muy generosa colaboraciones para alcanzar metas potencialmente derivadas o sugeridas en aquéllos.
Confieso que, al comienzo, entremezclé algunos viejos textos –reconstruidos y actualizados para la ocasión- con otros escritos ex profeso. Los viejos textos incorporados al Blog desarrollaban ideas puntuales que, a pesar de su posible interés, no habían alcanzado el cuerpo suficiente para poder ser publicados por los métodos tradicionales. El Blog está dando de esta manera curso a todos ellos. Por su categoría o por su inmediatez, algunos de los textos que componen “este diario de a bordo” podrían ser mejorados, puliendo sus argumentaciones o limpiando su gramática y su semántica. Sin embargo, sus defectos o limitaciones son compensados por la inmediatez de su exposición y trasmisión, ya que además son pasto inmediato de los lectores comprometidos que, de forma crítica, los comentan, analizan, o mejoran, enviando “en tiempo real” sus sugerencias y aportaciones.
He procurado incorporar en los sucesivos textos todos esos comentarios, críticas y aportaciones, para convertir así el Blog –fruto de la colaboración colectiva- en un texto final de autoría compartida, que pierde el “peso” de los escritos en papel cuché de imprenta, pero que, sin embargo, no abandonan el rigor y la metodología, recuperando la frescura de las ideas-recién-paridas y la retroactividad perdida en los tradicionales sistemas de divulgación que, lamentablemente, por ahora, son los únicos “autorizados” oficialmente a construir el conocimiento.
Bienvenido el Blog!
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