La pequeña presentación en Quicktime para mi primera página personal en MySpace en la que me mostraba como un pintor de pigmentos y lienzos trabajando apasionadamente y de forma medio-salvaje en su taller de la casa de la playa es, en realidad, la carta de presentación de un artista digital, ya que el producto que ofrece se define no por su contenido (imágenes domésticas y desenfadas de un artista analógico tradicional –un action painter), sino por su continente –el medio empleado para presentarlo-, que es la grabación de una película digital.
Esta reflexión inicial me remite a una pregunta que considero fundamental: ¿Qué define a una obra artística: su contenido o el vehículo tecno-expresivo mediante la que ha sido producida? Aunque la pregunta pueda resultar aparentemente obvia pues hoy ya tenemos resuelta la cuestión devenida de la máxima macluhiana de "el medio es el mensaje", el problema de la "visualidad de la imagen electrónica, abre nuevas perspectivas y caminos inéditos para el debate.
Somos muchos los que coincidimos que es el momento de empezar a pensar la Cultura como Data (información que puede ser localizada y visualizada). Asistimos al ascenso de la cultura de la visualización que grafía los patterns culturales.
La imagen actual que representa y nos conecta con la realidad es de naturaleza binaria –al ser toda ella ya digital. Son datos dinámicos, coleccionados, visualizados y distribuidos en tiempo real. Lo que nos lleva a afirmar que los trabajos fundamentales para la construcción de las iconografías que “den forma” a la cultura actual serían aquellos relacionados con las disciplinas de la cartografía y el mapeado. Es decir las formas técnicas de la representación, únicas capaces de visibilizar, por ejemplo, el Espacio Electrónico de la Comunicación y la Información, que es un inmenso territorio -lugar [no]espacial- por colonizar, que plantea al individuo del siglo XXI un reto similar al que se les presentó –allende los mares- a los occidentales de finales del s.XV. Si entonces, marineros y navegantes pusieron en lugar privilegiado en su navíos a cartógrafos, naturalistas e ilustradores, hoy esos cartógrafos y diseñadores digitales navegan junto a los ingenieros e informáticos por el EEIC, trazando las rutas, los perfiles y los mapas de esa desconocida y todavía-por-colonizar Red Internet. Conocerla, darle forma, es sinónimo de habitarla y colonizarla y, por tanto, de “tomar el poder” .
Esta situación genera sin duda una analítica cultural referida también a los rastros gráficos (ahora de carácter electrónico) que dejan las digitalizaciones procedentes de las bases de datos analógicas.
Esta es la razón por la que pensadores como Lev Manovich o Brian Holmes apuestan por una cartografía (binaria, dinámica, interactiva, online y en tiempo real) como la forma cultural actual por excelencia.
Que bien
ResponderEliminarHablando de contenido y continente... En el futuro podremos almacenar la totalidad de nuestras experiencias vitales como un montón de bits, pero ¿cómo las representaremos o accederemos a los recuerdos? Hay gente que ya está en ello: http://www.microsiervos.com/archivo/ordenadores/una-vida-en-datos.html
ResponderEliminarConocía esta interesante iniciativa pero ahora, al volver a leerlo en el link que nos pasas, he comprendido la importancia del concepto de Metadatos... Esa es sin duda la clave y además está relacionado con el tema del hipertexto (e hipermedia) al que nos referíamos para abordar el problema de las clasificaciones relacionales. Genial!
ResponderEliminarHola donde puedo conseguir el libro, favor de indicarme, correo elvia_meza1@hotmail.com
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